Agencias.-El célebre cómico mexicano Roberto Gómez Bolaños, “Chespirito”, uno de los artistas latinoamericanos más queridos por haber hecho reír a generaciones enteras en decenas de países, falleció este viernes a los 85 años de edad.
Familiares confirmaron que fue alrededor de las 2:30 de la tarde de hoy. No se conoció de inmediato la causa de su muerte, pero el cómico, que vivía en el centro turístico de Cancún, sufría varios padecimientos como diabetes y un enfisema pulmonar.
El creador de personajes como “El Chavo del 8″ y “El Chapulín Colorado” nació el 21 de febrero de 1929 en la Ciudad de México y se distinguió como actor, comediante, dramaturgo, escritor, guionista, compositor, director y productor de televisión.
Hijo de la secretaria bilingüe Elsa Bolaños Cacho y del pintor, dibujante e ilustrador Francisco Gómez Linares, Roberto desde pequeño mostró sus dotes creativos.
Estudió ingeniería en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM); sin embargo, éste no fue su camino y muy pronto lo descubrió.
Inició su carrera como creativo de publicidad, lo que lo llevó a conectarse con la radio y la televisión. En la década de los años 50 fue un guionista muy activo y logró trabajar para “Viruta” y “Capulina”, con quienes en 1960 se inició como actor con “Dos criados malcriados”.
Aun cuando demostraba sus aptitudes como actor, Bolaños decidió continuar como escritor, contribuyendo con guiones para películas y programas de televisión.
A la par, en su vida personal, en esa época se casó con Graciela Fernández, con quien procreó seis hijos.
En el ámbito laboral, su ingenio hizo que adquiriera el sobrenombre que le ha dado fama y lo ha hecho inolvidable, “Chespirito”, el cual se debe al director cinematográfico Agustín P. Delgado, derivado del diminutivo de la pronunciación españolizada de William Shakespeare.
Lo anterior, sumado a su baja estatura y a su talento para escribir historias semejantes a las de Shakespeare.
Entre 1960 y 1965, “Chespirito”, como ya era llamado, continuaba escribiendo guiones para dos de los más afamados programas de televisión de la época: “Cómicos y canciones” y “El estudio de Pedro Vargas”